domingo, 5 de octubre de 2008

"Si me nombras, desaparezo"

Hoy, a la hora de comer, me puse la película de La vida es bella. Desde que me levanté tenía ganas de verla. Me apetecía recordar a Guido. Me apetecía verlo, pero sobre todo, escucharlo. Lo malo (o lo bueno) es que hacía mucho tiempo que no veía la peli y no me acordaba de que me dejaba hecha una porquería al final.

Aún así, merece la pena y mucho. Por un lado, es fantástico lo que Guido es capaz de hacer por su hijo cuando los llevan al campo de concentración ¡Lo acaba convenciendo de que se trata de un juego! Y hace a su hijo sonreir hasta su final. Es perfecta toda esa parte. Por otro lado están los guiños que le hace a su mujer, como siempre, inesperadamente. Consecuencia para el espectador: una sonrisa y la piel de gallina. Y por último, viene muy bien ver la película para acordarnos de la enorme cantidad de hijos de puta que hubo, hay, y habrá -en unas épocas más concentrados que en otras, eso está claro-. Ojalá llegue el día en que lo que nos sorprenda sea encontrar animales de esos, y no su ausencia.

En fin, que es terriblemente buena porque hace conmigo lo que quiere -y eso es para ponerse de malhumor ¿no? =) -. Qué guión más genial, qué música más genial, qué fotografía más genial...pero tardaré en volver a verla.



Salud.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mencanta esa peli!!!!!

chaaaau